martes, 27 de enero de 2009

Flash Back_8

Caracas, Viernes 19 de octubre de 2007

Como ya resulta evidente que mi pasaporte no va a estar listo para la semana que viene, llamo a Manuel, a la agencia de viajes que se encarga de todas mis reservaciones desde hace ya unos cinco años, para decirle que cambie la reservación que tenía para el próximo lunes 22. Como siempre que he hecho este mismo movimiento de fechas –ya van cuatro reservas canceladas: 8 de agosto, 11 de septiembre, 8 de octubre, 22 de octubre- converso largo con Manuel sobre mi drama de indocumentada. Trata de darme ánimos, pero no es fácil. Nadie parece estar en el mismo caso en el que yo me encuentro.

Todo el mundo parece haber resuelto sus dramas identitarios, menos yo. Ante el recuento de gente que logró resolver éste o aquél problema, con tales y cuales cantidades de dinero o con uno u otro gestor, siempre tengo la impresión de que lo que la gente finalmente piensa es que no es la Onidex la que está fallando aquí, por crasa incapacidad e ineficiencia, sino que en realidad soy yo la que no ha hecho lo suficiente, insistido lo suficiente, pagado lo suficiente.

Así que, resignada, cambio la fecha de mi viaje para el 12 de noviembre y todos los planes se cancelan y todos los planes se vuelven a rehacer a partir de la nueva fecha. En vista del cambio Lyo y yo planeamos vernos, en Margarita -Coche incluido- lejos de Caracas y del drama de mi pasaporte. Así que también compro mi pasaje y me dispongo a tomarme un respiro fuera de Caracas.

Cuando apenas hemos terminado de arreglar las fechas, que siempre es complicado cuadrar, nos llama un familiar para decirnos que encontró a EL GESTOR que por cuatro millones de bolívares nos va a sacar el pasaporte DE UN DIA PARA OTRO. El procedimiento es así, uno llama al tipo, le da el número de cédula, el hombre consigue una cita, uno va a la Onidex del centro, hace su trámite y al día siguiente, dinero de por medio, el tipo le entrega a uno el pasaporte ...y ¡listo!

Demasiado bueno para ser verdad, pienso yo. Pero, como estoy acostumbrada a vivir en un país donde el dinero lo puede todo, dejo de lado la total incredulidad para permitirme cierta esperanza. El asunto parece inminente porque todo se hace de manera eficiente y rápida –ese es, por supuesto, el lado de la historia que no me creo- así que es posible que incluso tengamos que suspender nuestro viaje de descanso a Margarita, Coche incluido. Yo igual me aferro a mi viaje... ver para creer.

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