viernes, 20 de febrero de 2015

El golpe avisa



Amiga,

Llevo días pensando que tengo abandonado este blog nuestro. Y para mí ese abandono es casi lo mismo que pensar que tengo tiempo sin conversar contigo. Pero es que para esta época del año el invierno ya ha hecho todos los estragos que iba a hacer y todavía falta por lo menos un mes para que comencemos a sentir que tal vez en algún recodo de abril nos espera la primavera. Así que sigo en modo invernal, con todo lo que eso implica.

Y en ese modo me encuentran las noticias de la tierruca y el horror de pensar que es verdad que todo puede empeorar. El gobierno venezolano se empeña en ver fantasmas de golpe por todas partes y arremete contra las cabezas visibles de la oposición. No cuenta para nada que la crisis verdadera sea económica, que el descontento esté en las calles, alimentado por el simple hecho de que no se consigue nada y lo que se consigue está tan caro que ningún salario alcanza.

Releo el párrafo anterior y me da pena estar repitiendo lo mismo una y otra vez. Pero en un mundo paralelo como el venezolano, en el que establecer simple y llanamente cuál es la verdad objetiva de lo que sucede es considerado un acto subversivo, no queda otra que repetir lo obvio. Y lo obvio es que el régimen instaurado por Chávez va a ser enterrado por Maduro y sus compinches. Mucho más pronto de lo que parece. Se va a caer por su propio peso ¡plop! porque la economía es así: como la gravedad. No hay nada que hacer contra ella.

Pero antes habrá que sufrir todos los desmanes del gobernante que delira. Y leyendo hoy la prensa de la tierruca sólo puedo pensar ¡pobres paisanos! Pobre gente sometida a la locura de un tirano aniñado que chilla y patalea y grita ¡ya viene el lobo! ¡el lobo ya está aquí! ¡metan preso al lobo!

Es la locura instalada en el poder. El delirio como política de Estado. Un mundo al revés dominado por las pesadillas más retorcidas del grupo que se aferra al poder con uñas y dientes mientras todo alrededor se derrumba.

Cuando todo esto pase, porque va a pasar, nos acordaremos del día de hoy como se recuerda un mal sueño. Sólo me queda esperar que no lo olvidemos por completo. Que nos quede al menos el susto de haber pasado por esto. Porque no hay nada peor que una pesadilla recurrente.

Sigo pendiente, amiga, te sigo acompañando. Pero estoy tratando de mantener la cordura.

Un abrazo apretado,
r