jueves, 7 de mayo de 2015

Noticias de Abril


Amiga,

Qué raros son los textos que dejamos a medias. Son párrafos que salen juntos —dos o tres— de un solo golpe. Y de pronto la voz que los dictó se calla o se distrae. Y se acaba la mecha y regresa el silencio. Entonces el texto se queda huérfano, condenado a ser resto. Como el asa rota de una taza que ya no vamos a poder usar.

Eso me pasa a veces con textos que pienso para este blog nuestro y comienzo a escribir con mucho ánimo y de pronto interrumpo o se interrumpen solos, porque dejan de saber para dónde van o qué quieren. Y yo pierdo la paciencia y me pongo a hacer otra cosa.

El 9 de abril me senté a escribir el texto que te copio abajo. Y el impulso me duró apenas un suspiro...


Amiga,
Hoy estuvo soleado y me atreví a tender las sábanas en el patio. Cuando salí a recogerlas en la tarde la vecina salió también a tender algo de ropa y me llamó para contarme una de sus noticias. Me dijo que la vecina del 101 había muerto. Era una señora rellenita y risueña que yo veía siempre desde mi ventana entrar y salir con paso diligente, abrigo rojo y la bolsa de la compra bajo el brazo.
No se veía enferma, le dije sorprendida a mi vecina. Estuvo en el hospital por dos semanas, me dijo. Parece que le dio un derrame. No duró mucho. Su hijo y su nuera han estado vaciando la casa. El hijo era el que se encargaba de cortar la grama del patio que tenemos frente a la ventana. Cuando su padre murió yo escribí un cuento, seguro lo recuerdas. Pues ahora le ha tocado a la señora. Y nos hemos quedado sin otra vecina.
Desde que vivimos aquí han muerto cuatro. Gente que se apaga despacio y luego de un día para otro se enferma y muere. Todos me parecían saludables, activos. Ninguno estuvo enfermo mucho tiempo. Sus familiares no los sacaron de sus casas para internarlos en un asilo y dejarlos morir de mengua rodeados de extraños. Al menos eso tuvieron a su favor.
(...)
Aquí se me quedó el texto que comencé a escribirte el 9 de abril y nunca terminé. Yo misma me he quedado con ganas de saber cómo terminaba. ¿Por qué lo dejé en el aire? No sé. Tal vez me distraje. Tal vez me di cuenta de pronto que estaba insistiendo en un tema lúgubre y tristón. En una queja. Y no estamos para quejas. No sé.
El caso es que me pareció que debía rescatarlo ahora y dejártelo aquí, como prueba de que sigo teniendo intenciones de escribir en este blog nuestro... pero a veces las ganas se me quedan en el camino.
No puedo prometerte que volveré más seguido. Pero haré el intento.
Cariños!
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