domingo, 13 de septiembre de 2009

6.2

Amiga,

Anoche vimos en CNN un avance sobre el terremoto en Venezuela y nos asustamos. Sabes cómo se dan esas noticias, con un punto de sensacionalismo que —cuando uno está lejos— causa a veces una alarma desproporcionada. Así que llamamos en volandas a Caracas, para saber cómo había sido el asunto y si estaban todos bien. Hubo susto, pero nada grave.

Supe por mi mamá que en Mérida ni se sintió, a pesar de que también se fue la luz y llovió a cántaros durante horas.

He estado por un largo rato, hoy en la mañana, oyendo la radio y leyendo la prensa, para ver qué tan graves son las secuelas. No parece que el asunto haya pasado a mayores. Pero tengo la vaga sensación de que la prensa no está diciendo todo lo que podría decir. Cuando hubo el último temblor en Caracas, creo que en mayo de este año, el gobierno de Chávez consideró materia de seguridad nacional que la prensa informara sobre el incidente antes de que lo hicieran los voceros oficiales. Hubo multas, regaños y advertencias. Así que no me extrañaría que ahora estuviéramos leyendo también informaciones matizadas.

Recibir noticias como éstas desde el otro lado del Atlántico hace que uno sienta más la impotencia y la frustración de la distancia. Cuando el deslave de Vargas nosotros estábamos en Londres y veíamos las imágenes en la TV, asombrados, confundidos, con lágrimas en los ojos, sin saber qué hacer. Fue una angustia horrible. Menos mal que esta vez no ha sido nada así de grave. Pero creo que el terremoto de Caracas de 1967 volvió ayer a la memoria de todo el mundo.

Como sea, estoy aquí acompañando a todos allá en la tierruca. Más allá de las noticias a medias, de los sustos justificados o no.

Y te mando un abrazo alarmado y preocupado,
r

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