jueves, 6 de noviembre de 2008

Chávez y Obama


Amiga,

Sigo enganchada en la noticia de la elección de Obama. Esta vez, copio abajo el editorial que publicó hoy EL NACIONAL, porque me parece que, en efecto, Chávez tendrá que plantearse una nueva relación con los Estados Unidos. No porque la nueva administración vaya a ser más cercana a las políticas de nuestro reyezuelo, sino porque con un gobierno demócrata se le cae a la revolución la coartada de víctima del imperio que ha estado manejando inescrupulosamente.


Un momento propicio
Obama y nosotros


Estados Unidos echó las cartas del futuro y ganó su pueblo. Barack Obama resultó elegido presidente de la gran nación por una mayoría, muy poco común, de votos en el Colegio Electoral. Era lo que se necesitaba, un jefe de Estado con un mandato definido. El desenlace de la campaña estuvo rodeado de grandeza y de fe democrática. John McCain pronunció las palabras de reconocimiento con un tono ejemplar, al proclamar como "mi presidente" a quien minutos antes era su rival. Eso es democracia y eso es dignidad.

Cuando los venezolanos contemplamos estas campañas en países extranjeros y las comparamos con las de aquí para elegir gobernadores y alcaldes, dan ganas de llorar. La destrucción es el grito de guerra del Presidente contra sus adversarios. En Estados Unidos, la competencia tenía otras características. Era entre partidos y entre candidatos; aquí es entre el gobierno todopoderoso y corrupto hasta los tuétanos, y los simples ciudadanos. Aquí el Presidente de la República es el jefe de campaña, y administra los petrodólares como el virtual "capo di tutti capi" de Pdvsa.

El comunicado de la Cancillería venezolana sobre el triunfo de Obama toca los límites del ridículo, al señalar que es "una consecuencia" de los cambios en América del Sur. Pronto los vamos a oír diciendo que el triunfo de Obama se debe a la revolución bolivariana. El embajador en la ONU declaró que para normalizar las relaciones entre Venezuela y Estados Unidos "sería bueno que Obama converse con Ahmadinejad". ¡Una maravilla! Si vamos a unir la suerte y el rumbo de la política exterior a las relaciones entre Washington y Teherán, ya podemos imaginar a dónde iremos a parar. La elección del demócrata Barack Obama ofrece una oportunidad excepcional para que Venezuela normalice sus relaciones con el Norte y para que el gobierno bolivariano no arriesgue nuestro bienestar y comprenda que la crisis financiera nos afectará seriamente, a menos de que actuemos con buen juicio.


Obama impondrá un cambio sustancial en la política internacional de Estados Unidos. Esto en sí mismo promete la iniciación de una nueva época. Pero también la política bolivariana debe cambiar, pues su discurso antinorteamericano ofende por igual a demócratas y republicanos. No hay que llamarse a engaño. Ya Chávez dijo, como buen oportunista sin principios, que deseaba entrevistarse con el nuevo Presidente. Enhorabuena.

El pueblo venezolano desea unas relaciones con Estados Unidos que reflejen los profundos vínculos desarrollados a través de 200 años.

Esto no indica que renunciemos a nuestras prerrogativas, pero ese tono agresivo y ridículo de "agárrame que lo mato", adoptado por el presidente Chávez, no es el camino para llegar a una etapa de respeto mutuo y de cooperación franca.

Obama asumirá el poder en medio de desafíos extraordinarios.

George W. Bush perturbó las relaciones de Estados Unidos con el mundo. A los errores de unos y de otros les llegó el tiempo de la rectificación. Venezuela no debe equivocarse.

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*Tomé la foto que acompaña está nota en una calle de Mérida, en agosto de 2008.

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