Amiga,
He estado viendo en las redes las fotos y videos de la protesta de
los estudiantes venezolanos. He visto el video en el que Bassil
Dacosta cae abatido en la calle y la foto en la que se muestran los
mensajes dejados por sus amigos y compañeros de lucha en el lugar de
la tragedia: esquina de Tracabordo, La Candelaria. Hubo tres muertos
o más. Pero los estudiantes y los medios han elegido este símbolo
para que represente lo que está pasando en el país.
Es demasiado pronto para pasar por encima del dolor y atreverse a
elaborar un discurso racional. Así que ni siquiera voy a intentarlo.
Sólo quiero dejar aquí constancia de mi angustia. Pero también de
mis dudas, porque la duda es antes que nada un sentimiento. Y mi duda
se condensa en una serie de preguntas.
¿Quién sale ganando cuando los jóvenes venezolanos se enfrentan en
la calle y terminan matándose a tiros? ¿Por qué siempre son esos
jóvenes los que terminan en el piso, en un charco de sangre? ¿Por
qué no hay ningún dirigente con un mínimo rasguño dando la cara
cuando hay que darla?
Carne de cañón lo llaman. Son las víctimas aleatorias de las
guerras en las que los que salen victoriosos olvidan a sus mártires.
Mientras veo repetirse de nuevo las mismas escenas de luto, los
mismos desgarramientos de vestiduras, las mismas promesas vacías, mi
duda se ensancha hasta convertirse en una larga desolación.
No se trata de buscar un punto medio para acallar la conciencia ni de
llamar a la calma y la cordura. Yo estoy de un lado bien claro en
esta guerra declarada. Estoy en contra del desgobierno ilegítimo de
Maduro. Pero me pregunto si echar a la jauría a un grupo de jóvenes
para que los asesinen en plena calle es la mejor estrategia contra un
gobierno delincuente y encubridor de asesinos.
Dejo aquí mi duda, como si dejara una vela encendida en la esquina
de Tracabordo.
Y te mando un abrazo triste, triste...
r
1 comentario:
Amiga, copio abajo el comentario que me enviaste por email:
"Difícil hablar, analizar, tienes razón. Nos paraliza la tristeza. Mérida está sitiada por tupamaros armados hasta los dientes, arremeten en residencias, calles, etc. Se pasean pavoneando motos y pistolones. ¿Qué voz tenemos entonces? Otro abrazo, tristísimo, impotente."
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