martes, 7 de octubre de 2008

La muerte en números



Amiga,

A propósito de la violencia que impera en Venezuela, reproduzco aquí parte de un texto de Eli Bravo, publicado en EL UNIVERSAL de Caracas, el mismo 4 de octubre en que se cumplían cuatro años de la muerte de mi hermana, víctima de la violencia.

Los números de la muerte

La pálida es una vecina entrometida en Caracas. Hace muchos años la ciudad merecía el apodo
de la sucursal del cielo, pero hoy en día se ha convertido en la antesala al otro mundo. Con 130
asesinatos por cada 100 mil habitantes, Caracas es la ciudad más peligrosa del planeta, asunto
predecible para la capital del segundo país con más homicidios en América Latina, después de
El Salvador. En los últimos diez años la cifra anual de asesinatos en Venezuela ha pasado de
4.550 en 1997 a 14 mil en 2007. Son casi 100 mil muertos en una década, el 90% por armas de
fuego, el 90% de ellos hombres, el 70% menores de 25 años, el 80% de escasos recursos. Como
escribió la periodista zuliana Fabiola Soto, una tras otra, todas esas urnas harían una fila de 198 kilómetros.

Y no olvidemos contar los heridos. ¿Cuántos venezolanos han recibido impacto de bala en la
última década? Se calcula que alrededor de millón y medio. En las calles hay más de 500 mil
armas de fuego y el tráfico ilegal empuja la cifra hacia arriba. Las pistolas y revólveres se han
convertido en artículos de uso común: más de tres cuartas partes de los caraqueños dicen
tener o desear tener un arma para defenderse.

Y mientras los consejos comunales de Caracas realizan entre los niños un programa de canje de
armamento de juguete por balones deportivos, quizás una de las mejores iniciativas de los
últimos años en este sentido, el gobierno de Hugo Chávez convierte a Venezuela en el primer
comprador de armas de la región. Orgulloso de haber gastado más de $12 millardos en una
década, el Presidente asegura que el país esta ahora más seguro ante una posible invasión.
Pero lo que ha invadido a Venezuela no han sido los marines. Ha sido la pálida.

(...)

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