viernes, 3 de junio de 2011

¡Viva Piglia!

Amiga,

Suena de lo más feo que uno se autoplagie -o autocite- pero mi amiga Gina me acaba de avisar que Piglia se ganó el Premio Rómulo Gallegos de este año y yo no puedo resistir las ganas de celebrarlo aquí contigo y con los lectores improbables de este blog nuestro. Y lo hago citando un fragmento de un post que subí en enero y donde hablaba también de muchas otras cosas.

El post decía así:

Y hablando de pensar con los demás, te quería contar que terminé de leer hace unos días Blanco nocturno, de Piglia. Qué envidia, amiga. Es como descubrir a Onetti otra vez. Y sabes lo mucho que me gusta Onetti. Siempre que me preguntan cuál es mi escritor favorito —en medio de una de esas conversaciones medio inútiles con gente que uno apenas conoce, gente que sabe que enseñas literatura y quiere ser amable contigo— digo que Onetti, y nombro a continuación algunas de sus novelas o cuentos y hago un comentario sobre lo fácil que resultaría traducirlo, porque es universal y eterno, etcétera. Es una respuesta que fabriqué hace tiempo, sólo para evitar tomar una decisión de última hora cuando me preguntan una cosa tan abominable como esa y que para mí es simplemente imposible de responder. Bueno, pues ahora me voy a cambiar a Piglia.

No que yo no haya admirado y leído a Piglia con la boca abierta antes. Es que ahora lo voy a convertir en mi respuesta por defecto a toda pregunta impertinente sobre qué autor me gusta más. Y mi libro favorito hasta nuevo aviso: Blanco nocturno. Es tanta mi pasión que me leí las primeras páginas en PDF y, por no esperar, compré el libro electrónico. Lo empecé a leer varias veces pero no quería terminarlo. Así que hice lo que hago con los libros que quiero leer con calmita sin que se me acaben: lo fui leyendo dos veces, es decir, cada cincuenta páginas o así volvía para atrás y releía. La verdad es que un par de veces me salté la relectura obligada, porque quería saber qué pasaba después. Aun así, me duró más de un mes y tiene escasas doscientas páginas. Pero todo se acaba, ¿no? Es una lástima que Piglia no escriba larguísimas novelas de 700 páginas como las que escriben los gringos o los británicos. ¡Sería un lujo enorme!

El asunto es que ahora necesito el libro en papel. Porque aunque leer en el lector electrónico es comodísimo y liviano, y tiene miles de ventajas de las que ya hemos conversado, cuando un libro te parece imprescindible y lo vas a andar ponderando por ahí como El-libro-que-más-te-gusta, no te queda otra que tenerlo en papel. Así que ya me tocará comprarlo otra vez. ¿No será esa la trampa del libro electrónico?


Me alegra haber escrito ese elogio desmedido a una novela que en verdad se lo merece antes de que fuera premiada. Sigo sin comprar el libro en papel. Pero creo que ahora tengo que hacerlo casi de urgencia.

Por lo pronto, me toca releerlo.

Te mando un abrazo pigliano!

r

No hay comentarios: