jueves, 21 de agosto de 2008

En la tierruca

Amiga,

A ti no tengo que contártelo, pero ya estamos en Mérida.

La ciudad nos recibió con aguacero y fresquito. Pero antes de llegar debimos pasar por la ostentosa calamidad que es viajar en Santa Bárbara. Como sabes, porque me he quejado hasta el cansancio desde que llegué, no sólo nos mandaron en el vuelo de las doce -que salió pasada la una- cuando nuestro vuelo era el de las diez de la mañana, sino que además nos dejaron las maletas en Caracas.

Admito que si uno logra superar el trauma que implica viajar en avión desde Maiquetía hasta Mérida, la ciudad compensa. A pesar del palo de agua de ayer, que provocó un apagón de casi una hora, el resto del tiempo el clima ha estado amable.

Ya comimos nuestro primer desayuno en el Mercado, que es una de nuestras tareas obligadas cuando estamos aquí. Ya nos vacunamos contra la fiebre amarilla, requisito indispensable para poder salir de nuevo del país. Los papeles de Gussi se están procesando y deben estar listos a fines de mes. En resumen, todo parece estar marchando, así que tal vez podamos tomarnos con calma el tiempo que vamos a estar por aquí.

PD: A todos los probables e improbables lectores de estas notas les cuento que tal vez no agregue nada más hasta que estemos de regreso en París, el 11 de septiembre. Hasta entonces...!

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