Amiga,
Sólo
unas líneas para contarte que sigo aquí, que te recuerdo cada vez
que camino por los pasillos de la universidad. Si estudiáramos
juntas, como hace siglos, entre una clase y otra nos tomaríamos un
café y nos fumaríamos un cigarro (aunque yo ya ni fumo). Nos
sentaríamos a quejarnos juntas del mundo y del clima. Nos
dedicaríamos a planear lo que viene, sin miedo al futuro.
Y te
contaría que estoy con gripe y que en esta, mi semana siete, estamos
en lo que aquí llaman “reading week”. Se supone que es la semana
que debemos usar para ponernos al día en lo que dejamos pendiente de
leer en las primeras seis semanas. Pero el objetivo real es darnos
tiempo para adelantar los trabajos finales que tenemos que entregar
en menos de un mes. Son sólo dos trabajos de sólo mil palabras cada
uno. Nada que ver con las cincuenta páginas que había que escribir
en la maestría de la USB, por ejemplo. Pero, claro, hay que
escribirlos en inglés y en ese punto la brevedad no ayuda. Más bien
complica las cosas.
Así
que aquí estoy sentada escribiéndote, postergando el trabajo que
tengo pendiente. Buscando excusas para no sentarme a escribir las dos
mil palabras que me esperan a la vuelta de la esquina. Y con gripe,
amiga. Que es como decir con la mente nublada. Tan nublada que ayer
en la mañana escribí un poema bobo que no puedo resistirme a
copiarte aquí:
Si
después del té cargado de la primera hora
miras
por la ventana y sólo ves
la
blanca, espesa nada de la niebla
no
pienses en el sol
no
pidas claridad ni azul de cielo
y deja
que el horizonte permanezca disuelto
junto
al sueño impertinente de volver.
Ya sé.
No soy poeta. Pero a veces me da por juntar frases bobas. Y cuando
estoy con gripe me doy menos cuenta de que hago el ridículo...
Te
mando un abrazo estornudado,
r
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