Amiga,
Se
fue el año. Este año par en que cumplí medio siglo redondo. No
quiero hacer balances. Hace rato ya que no los hago. Pero quiero
dejar un par de líneas en este blog nuestro para decirle adiós a
este año que termina sin grandes logros y con algunas dolorosas
despedidas.
Llueve
sin parar afuera. Hay un viento que ulula entre las rendijas. Esta
vez no vamos a prender nuestras antorchas para acompañar la
procesión del fuego que se hace todos los treinta de diciembre en
Edimburgo para despedir el año viejo. La lluvia y el viento nos
convencieron de quedarnos en casa.
Pero
mañana iremos a ver los fuegos artificiales desde el pie de la Silla
de Arturo, llueve, truene o relampaguée –¿se escribe así?–,
porque aquí el tiempo puede obligarte a abandonar algunos planes,
pero a veces tienes que empeñarte y decidir en contra de toda
sensatez salir afuera y plantarte ahí como un árbol que espera.
Así
vamos a recibir el año nuevo, a la intemperie, al pie de la montaña
que separa a Edimburgo del mar, viendo y oyendo el estruendo de los
fuegos que saludan el año trece de este siglo ingrato.
Lo mejor que se pueda. Eso
es lo que te deseo desde ahora para todo el año que viene. No es mucho pero alcanza.
Te
mando un apretado abrazo de feliz año!
r
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