Amiga,
A falta de cabeza para escribir y de estado de ánimo para hacer algo
medianamente productivo, he estado leyendo poesía en estos días.
Sabes que no soy buena lectora de poesía. Pero, a veces, encuentro
una voz que me atrapa y me dejo llevar, tratando de entender. Mi
descubrimiento de estas últimas semanas ha sido la canadiense Anne
Carson. Estoy leyendo dos de sus libros: Plainwater y Short
Talks.
Aguaquieta y Lecciones breves podrían ser tal vez modos de traducir
estos títulos.
En Aguaquieta hay una sección que se llama Antropología
del agua que me gusta mucho. Empieza así:
El agua es algo que no puedes retener. Como los hombres. Lo he
intentado. Padre, hermano, amante, amigos verdaderos, fantasmas
hambrientos, Dios, uno por uno se me fueron entre los dedos. Tal vez
es así como tiene que ser. Es lo que los antropólogos llaman
“peligro normal” cuando hablan del encuentro con una cultura
diferente. Fue un antropólogo el que por primera vez me dio una
lección sobre el peligro. Hizo énfasis en la importancia de usar la
palabra encuentro en vez de (por ejemplo) descubrimiento
cuando se habla de estos temas. “Piénsalo como si imaginaras la
diferencia entre creer en lo que quieres creer y creer en lo que
puedes probar”, me dijo. Lo pensé. “No quiero creer nada”, le
dije. (Pero estaba mintiendo). “Y no tengo nada que probar”.
(Otra mentira). “Sólo quiero viajar por el mundo y detenerme a
mirar lo que está bajo el cielo”. (Esto si es verdad). En este
punto, con un dejo de crueldad, mencionó una cultura que él había
estudiado en la que a través del agua era posible distinguir entre
las verdaderas y las falsas vírgenes. Una virgen intacta puede
desarrollar la habilidad de sumergirse en aguas muy profundas, pero
una mujer que ha conocido el amor se ahogará si lo intenta. “No
estoy interesada en lo verdadero y lo falso”, le dije (una última
mentira). Nos quedamos callados.
Así comienza Antropología del agua, que tiene, por cierto un
epígrafe de Kafka: “Soy una criatura mentirosa”.
Pero lo que de verdad quería traducirte es un fragmento del otro
libro de Anne Carson, Lecciones breves. Es el primer texto, que se llama “Breve lección sobre el Homo Sapiens”:
Con pequeños cortes el hombre de Cromagnon registraba las fases de
la luna en el puño de sus herramientas, pensando en ella mientras
trabajaba. Animales. Horizontes. Una cara en la palangana de agua. En
cada historia que cuento llega un punto en el que no puedo ver más
allá. Me aterra ese punto. Es por eso que a los que cuentan
historias les dicen que están ciegos. Es un insulto.
Hasta aquí mi traducción –a veces infiel– de un par de textos
de Anne Carson. Espero que estos poemas te ayuden a mirar más allá
del humo de las barricadas. Más allá de lo falso y lo verdadero,
hay horizonte, amiga, aunque esté lejos. Aunque desde aquí no
podamos imaginarlo y estemos en ese punto ciego en el que la historia
no se nos ha revelado todavía.
Te mando un abrazo líquido,
r
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