jueves, 8 de julio de 2010
Los largos días
Amiga,
La vida sigue. Nada espera. Los días de verano pasan aquí largos y lentos, con una claridad que dura hasta las once y apenas se apaga por un rato para volver a clarear a las tres de la madrugada. Ha habido viento fuerte que tumba árboles y trae y lleva la lluvia de allá para acá como a lo loco. Los días pasan, pues, y hay que seguir con ellos. Para allá, para adelante.
En estos días hemos ido al cine a ver la última película de Woody Allen y a comer en un restaurancito griego que descubrimos hace poco. Hemos hecho planes para ir a Berlín y para nuestra semana de vacaciones en Córcega a finales de agosto. Hemos comprado una notebook que no termina de llegar por correo. Hemos visto los partidos del Mundial y soportado todas sus tristezas y alegrías. Hemos visitado amigos y conversado largo, a pesar de lo que cuesta hacer amigos y conversar largo en otros sitios y otras lenguas.
En estos días he retomado mi amistad con Mirtha, una de mis más viejas y queridas amigas, y estamos ya planeando una visita que será, tal vez y con suerte, en octubre. He caminado por el parque escuchando un Podcast producido por el British Museum donde se cuenta la historia del mundo en cien objetos: un lujo. He ido al dentista y me he mantenido en dieta estricta por casi dos semanas. Compré y perdí un precioso ganchito de pelo. He leído mis blogs favoritos y un libro de Ali Smith que se llama Girl meets boy: una delicia.
La vida sigue, pues, y nada espera. Y esta mañana Lyo me recordó que hace exactamente siete años, tal día como hoy, nos casamos ante la ley, en Margarita, frente a autoridades y testigos, con firmas y ceremonias varias, después de siete años viviendo juntos sin tanto protocolo.
Así que estamos en la mitad del medio amiga. Y la vida sigue, como si nada. ¿No es un milagro?
Abrazos muchos,
r
PD: Resultó que no, que en realidad nos casamos un 10 de julio, así que el aniversario toca el sábado.
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