Amiga,
Tres días enteros de sol y tibieza me han levantado el ánimo. Las ventanas de la casa pasan el día de par en par y se oye el ruido de la calle, los pájaros que han vuelto, los niños en el patio del colegio y en la plaza de enfrente, las vecinas que tienden en el patio las sábanas y se saludan a gritos.
Provoca salir afuera y mirar el mundo. El parque está lleno de gente con niños y perros, he caminado más de la hora habitual en estos días y me han vuelto todos los ánimos juntos. Ayer me llevé la cámara y tomé fotos para mostrarte la llegada de la primavera. Las iré subiendo poco a poco. La que acompaña esta nota es del río Almondale, en honor a tu texto.
No sabes la emoción con la que leí tus textos. También por eso estoy de fiesta. Me alegra tanto que sigas en el empeño de escribir. Aquí va tu "Río". Gracias por dejarme publicarlo en este blog nuestro:
Río/ Eliza Arias
El río de mi infancia arrastra piedras y neveras, mesas rotas, paraguas inservibles y anónimos cadáveres. En este río hay lágrimas y sangre, promesas incumplidas, suciedad y excremento y largas maldiciones junto a los restos de una casa y una diminuta mano de muñeca.
El río de mi infancia es una rabia inútil atravesando la ciudad, su miedo bordeando las esquinas, su amenaza. Pocas flores conocen sus orillas, los blanquísimos lirios, las minúsculas espigas venenosas.
El Guaire ha visto demasiado. La ciudad está desnuda y corre y baila y se emborracha. Celebra bodas de diamante o se pierde en despecho entre mercados y teléfonos.
La ciudad ayuna o se atiborra, se disfraza, ruega y blasfema y se resigna. Desnuda va asesinando en serie o suicidándose. Traiciona y apuñala.
A sus orillas, la maltratada exhibe sus heridas.
El río de mi infancia es un silencio atroz y un rencor minuciosamente entretejido.
Me gusta mucho este texto y, como te dije por email, acompaña bien al cuento que subí el mes pasado a los Cuentos de la Caldera Este.
Celebro contigo esa coincidencia y te mando un abrazo luminoso,
r
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