lunes, 1 de diciembre de 2008

El Barrio Chino

Amiga,

En estos días comencé a subir fragmentos de un texto viejo a un nuevo blog que está anunciado aquí al lado. Desde que comencé a escribirlo lo llamé "El Barrio Chino", pensando que era un texto que escribía sólo para mí, que no iba a publicarlo de ningún modo y que, por lo tanto, no tenía que imaginar un título más atractivo o sofisticado. Con el tiempo se fue quedando así y ya no encuentro otro modo de nombrarlo.

Poco a poco va a ser evidente que el personaje de La Nena está inspirado en ti. Todos los demás personajes son imaginarios, menos Guillermo y Rebeca. No sé si te acuerdas de Rebeca. Era una mujer gruesa y bajita, vestida de cuanto trapo encontraba en los basureros, que vivía en los pasillos de la UCV desde mucho antes que nosotros estudiáramos ahí y que seguramente siguió gritando su historia por los pasillos mucho después de que nos fuimos.

Decían que se había vuelto loca porque la torturaron durante los setenta, cuando la pacificación de la guerrilla. La primera vez que la vi estábamos en una clase de diagramación, en uno de esos salones de la planta baja que tenían ventanas grandes abiertas a los jardines que dan a la tierra de nadie. Por una de esas ventanas apareció Rebeca gritando, en medio de subidas palabrotas, un cuento que nadie entendía. De pronto, metió la mano para agarrarle el pelo a una de las estudiantes que estaba sentada cerca y la sacudió con tal fuerza que su cabeza rebotó contra las rejas y todos nos paramos a rescatarla. Después supimos que hacía eso cada vez que veía a una muchacha de pelo claro, porque había sido una mujer catira la que le había contado a la policía que ella vivía con un guerrillero.

Estuve tentada a cambiarle el nombre cuando mataron a mi hermana, que también se llamaba Rebeca. Pero luego pensé que no sería justo. Rebeca sería otra con un nombre distinto. Igual como mi hermana sería otra si le cambiara el nombre.

Sobre Guillermo no tengo que decirte mucho. Estudiaba matemáticas. Vivía en el 23 de Enero. Lo conocimos por William, pero luego se volvió nuestro amigo y todos lo queríamos. Lo mataron -si no recuerdo mal- unos funcionarios de la policía militar. Aunque su muerte fue real, la historia que cuento es totalmente inventada.

No sé por qué creo que esta aclaratoria es importante. Tal vez porque tengo la secreta esperanza de que estas líneas despierten la curiosidad de algunos de los improbables lectores de esta correspondencia no tan íntima entre tú y yo.

Ojalá a ti también te parezca interesante.
Un abrazo,
r

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