martes, 29 de enero de 2008

Weather-speak

Amiga,

Ha estado lloviendo sin parar en estos días y no he tenido ganas de salir a la calle, así que no tengo en realidad novedades “sacadas de la vida misma”. Sin embargo, entre las cosas que estoy leyendo está un libro de una conocida antropóloga, Kate Fox (Watching the English), que muestra muchas de las observaciones que uno haría viendo desde una cultura ajena el modo como funcionan los británicos (el libro está dedicado a la observación de los hábitos de los Ingleses lo que, formalmente, puede excluir a los galeses, los irlandeses y a mis queridos convecinos, los escoceses, pero para los efectos del ojo extranjero son exactamente lo mismo, así que a propósito he traducido “británicos” cada vez que el texto dice “ingleses”).

A falta de un aporte propio, te traduzco, entonces, algunas de las observaciones de Fox sobre el modo de ser de los súbditos de su majestad británica. No hay ninguna sorpresa en el hecho de que la autora comience el libro comentando las típicas conversaciones sobre el tiempo que parecen ser la marca de fábrica de todos los británicos. Aquí va un resumen de ese primer capítulo (dejé en inglés algunos de los diálogos porque me parece que en realidad son intraducibles, sólo coloqué al lado una frase que ayuda a imaginar cómo lo diríamos nosotros, pero que no pretende ser una traducción de la conversación). Esto es lo que dice Kate Fox:

Cualquier discusión acerca de lo que hablan los británicos, como cualquier conversación británica, debe comenzar con El Clima. Y con el fin de hacer honor a ese protocolo tradicional, debo, como todo el que ha escrito sobre la idiosincracia británica, citar el famoso comentario del Dr. Johnson: “Cuando dos ingleses se encuentran, lo primero que comentan es el clima”, y señalar que esta observación es tan acertada hoy como lo era hace doscientos años.
Este sin embargo es el punto en el que la mayoría de los observadores se detiene o intenta, y no lo consigue, encontrar una explicación convincente para la ‘obsesión’ de los británicos con el clima. No logran encontrar una explicación porque su premisa es errónea: asumen que nuestras conversaciones sobre el clima son conversaciones sobre el clima. En otras palabras, asumen que hablamos sobre el clima porque tenemos un ferviente (de hecho patológico) interés en el tema. Muchos intentan incluso comprender qué es lo que resulta tan fascinante acerca del clima británico.
(...)
Mi investigación me ha llevado al convencimiento de que los comentaristas no logran ver el meollo del problema, que es que nuestras conversaciones sobre el clima no son en absoluto sobre el clima: la charla sobre el clima, para los británicos, es una especie de código que ha evolucionado para permitirnos superar nuestra reserva natural y lograr hablar entre nosotros. Todo el mundo sabe, por ejemplo, que ‘Nice day, isn’t it?’ (Bonito día, ¿no?), ‘Ooh, isn’t it cold?’ (¡Oh! No está helado?), ‘Still raining, eh?’ (Sigue lloviendo, ¿no?) y otras variaciones del tema no son un pedido de datos metereológicos: son de hecho saludos, inicios de conversación o intentos fallidos de llenar el vacío. En otras palabras, las conversaciones sobre el clima son una forma de ‘grooming talk’ (¿charlas para hacerse cariño?) –el equivalente humano de lo que se conoce como ‘social grooming’ (acicalamiento social) entre nuestros primos los monos, quienes pasan horas limpiando sus respectivas pieles, incluso cuando están perfectamente limpios, como un modo de mantener el vínculo social.

Las reglas de la charla británica sobre el tiempo

1. La regla de la recirpocidad
Los comentarios sobre el clima se formulan en forma de preguntas (o con una entonación interrogativa) porque requieren una respuesta –pero la reciprocidad es lo que importa, no el contenido. Cualquier comentario interrogativo sobre el clima servirá para iniciar el proceso y cualquier murmullo de confirmación (o incluso casi una repetición, como ‘Yes, isn’t it?’) será suficiente como respuesta. Los rituales de la conversación sobre el clima suenan con frecuencia como una especie de catecismo, o como los intercambios entre el sacerdote y los feligreses en una iglesia: ‘Señor, ten piedad de nosotros’; ‘Cristo, ten piedad de nosotros’; ‘hace frío ¿no?’; ‘sí, hace frío’.
No es siempre tan obvio, pero todas las conversaciones británicas sobre el clima tienen una estructura particular, un inconfundible patrón rítmico, lo que para un antropólogo es la inmediata señal de un ‘ritual’. Hay una clara sensación de que estos intercambios son ‘coreografiados’, conducidos de acuerdo a reglas no escritas pero aceptadas de manera tácita.
La regla del contexto
La regla principal se refiere a los contextos en los cuales la conversación sobre el clima puede usarse (...). La conversación sobre el clima puede usarse:
* como un simple saludo
* como una forma de romper el hielo con el fin de conversar después sobre otra cosa
* como un tema ‘desplazado’, que funciona para llenar los vacíos cuando la conversación sobre otros asuntos deja de funcionar y hay una pausa incómoda o rara.

La regla del acuerdo
Los británicos claramente han elegido un aspecto apropiado de nuestro mundo natural como facilitador social: la naturaleza caprichosa y errática de nuestro clima asegura que haya siempre algo nuevo que comentar, algo que nos sorprenda, sobre lo que podamos especular, lamentarnos o, tal vez más importante, estar de acuerdo. lo que nos trae a otra regla importante de las conversaciones británicas sobre el clima: siempre hay que estar de acuerdo.
Se considera una seria ruptura de la etiqueta no responder positivamente a los comentarios sobre el clima. Cuando el sacerdote dice, ‘Señor, ten piedad de nosotros’, no respondes ‘Bueno, de hecho ¿por qué tendría él que tener piedad de nosotros?’. Lo que haces es entonar, como es debido, ‘Cristo, ten piedad de nosotros’. Del mismo modo, se considera una falta de educación responder, cuando se nos dice ‘Oh, isn’t cold?’, algo así como ‘No, actually, it’s quite mild’ (‘No, de hecho me parece que no hace frío’). Si se escucha atentamente –como yo lo he hecho– a cientos de conversaciones sobre el clima, se puede constatar que ese tipo de respuestas es muy rara, casi imposible de encontrar. Nadie te va a decir que hay una regla sobre esto, nadie está consciente de estar siguiendo una regla: simplemente es algo que se hace.
Si deliberadamente rompes esta regla (como yo lo hice en varias ocasiones, en interés de la ciencia) la atmósfera se pone tensa e incómoda, incluso agresiva. Nadie se va a quejar o hacer una escena sobre el asunto (tenemos reglas acerca de quejarnos y hacer escenas) pero se ofenderán y esto va a mostrarse de maneras sutiles. Puede que haya un silencio incómodo, luego alguien puede decir, ‘Well, it feels cold to me’ (‘bueno, a mi me parece que hace frío’), o ‘Really? Do you think so?’ (‘¿de verdad te parece?’), o más probablemente cambiarán de tema o seguirán hablando acerca del clima entre ellos, de manera educada aunque fría, ignorando tu indiscreción. En círculos realmente diplomáticos pueden intentar ‘cubrir’ tu error ayudándote a redefinirlo como un asunto de gusto o de idiosincracia personal más que como un hecho concreto. Entre gente realmente muy cortés, en respuesta a tu ‘No, de hecho me parece que no hace frío’ puede que, después de una pausa levemente embarazosa, alguien te diga ‘oh, tal vez tú no sientes el frío, mi marido también es así; siempre piensa que la temperatura es tibia mientras yo estoy tiritando y quejándome; tal vez las mujeres sienten más frío que los hombres, ¿no crees?’


Hasta aquí la traducción... espero que sirva para disculpar mi obsesión con el clima.
ESTÁ EN EL AMBIENTE!

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